El sábado 26 de junio llevamos a cabo el segundo encuentro presencial de nuestro Círculo de Lectura, en el Restaurante Las Corocoras. Caracas estuvo lluviosa y congestionada, el parque estaba más vacío que de costumbre, pero llegamos y discutimos sobre la historia de las prendas y los estereotipos de género que culturalmente se han creado.
Leímos fragmentos de El cuerpo y la moda: una visión sociológica, de Joanne Entwistle, donde detallan cómo históricamente se han impuesto estereotipos de género sobre qué debe vestir cada cuerpo. Pero también subrayan el carácter arbitrario de estas reglas.
Dos ejemplos surgieron en la discusión: el uso del rosa para las mujeres y el azul para los hombres, y la ubicación de los botones en las camisas de acuerdo al género al que estuviera destinada.
Sobre este último rasgo hay muchas teorías, como la facilidad al momento de amamantar o la conveniencia al montar a caballo, pero ninguna está comprobada.
La asignación de colores es más arbitraria, pues hasta inicios del siglo XX la norma estaba invertida: el azul, un color más “delicado”, correspondía a las mujeres, mientras que los hombres usaban rosa, un color “más fuerte y decidido”.
Como comentó Melissa:
La vestimenta es una forma de expresión
Las características de una época se reflejan a través de la moda. Las prendas que usan, los colores y los adornos son rasgos que muestran el alma de una sociedad.
Durante la primera ola del feminismo a finales del siglo XIX, en Inglaterra, hubo una reforma del vestido victoriano, como parte de las luchas por la reivindicación de los derechos de las mujeres. Optaban por prendas más cómodas y por mayor variedad y autonomía.
En Francia, en los tiempos de la Revolución, la ciudad optó por trajes más sobrios para diferenciarse de las extravagancias de la corte. A la par de esto, los trajes típicos de una región se modernizan y se adecuan a las nuevas realidades, como una forma de mantenerse vigentes.
A principios del siglo XX las mujeres comenzaron a mostrarse al mundo de una manera distinta. Se alejaron del corsé, las faldas y los armadores, para optar por prendas más libres. La revolución feminista cambió la vestimenta de las mujeres y lxs diseñadorxs de la época siguieron la pauta.
Por otro lado, se acentuaban más los colores sobrios en la vestimenta de los hombres. Se separaron de las pelucas, el maquillaje y los trajes coloridos de los siglos anteriores por su vinculación a la política y al parlamento. El nuevo hombre burgués no podía permitirse esas extravagancias.
Como comentó Vanessa Luy, esta tendencia se mantuvo durante gran parte del siglo XX, y comenzó a ver reacciones hacia los años 70. Sin embargo, en su opinión:
Sesión II - Moda y estereotipos de género a partir del siglo XX
En nuestro cuarto encuentro del Círculo de Lectura leímos fragmentos del libro El cuerpo y la moda: una visión sociológica, de Joanne Entwistle. En esta oportunidad nos enfocamos en terminar el capítulo Moda y Género, que comenzamos leyendo el sábado 26, y luego debatimos la forma de vestir de hace 200 años de acuerdo a cada estrato social y género.
Desde entonces, la moda sigue teniendo esa influencia en cómo la sociedad nos puede percibir según la vestimenta y encasillar en el género femenino o masculino. Tal como decía Manuel Colón, modelo queer venezolano:
Evolución de las prendas
En épocas pasadas —especialmente en Occidente— podemos ver una diferencia en el vestir de las personas, pero por una cuestión económica. A partir del siglo XVIII los hombres empiezan a separarse del vestir exótico y exuberante para adentrarse a una imagen sobria y neutral.
De cierta manera la vestimenta de las mujeres se ha transformado más que la de los hombres, porque históricamente hemos estado sumergidos en el sistema patriarcal que ha dictado las normas al vestir.
El machismo a través del vestir
Hoy en día, la moda ha permitido que cada individuo pueda sentirse más libre al vestir. Sin embargo, aún hay muchas restricciones según el género. Por un lado, las mujeres pueden usar lo que quieran y, por el otro, el ver a un hombre con falda —una prenda considerada ‘femenina’— puede generar mucha controversia.
En el caso de Venezuela, existe mucha diferenciación en la vestimenta según el género. Es más común ver a mujeres con prendas ceñidas y hombres con prendas holgadas. Aunque las personas fuera del sistema binario sienten la moda como una expresión artística, no podemos pensar que toda la comunidad sexodiversa tiene que seguir un uniforme de prendas, modelos o estilos.
Las más afectadas en cuanto al vestir son las personas trans, que al salir a la calle son expuestos a las normas sociales del cuerpo y quién lo viste. Además, para las mujeres que usan la ropa que quieran, las calles se convierten en lugares intransitables por acoso e insultos.