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Collage: Victory Abi.

Más allá de la feminidad: ¿es la hiperfeminidad un símbolo disruptivo?

Texto por: María José Mier y Terán.

En la sociedad, la feminidad es un concepto dinámico que ha evolucionado con el paso del tiempo y variado según el contexto cultural, histórico y social. Tradicionalmente, ha estado asociada con cualidades como la sensibilidad, la delicadeza y el cuidado, pero estos atributos han sido moldeados por normas impuestas.

Pero la feminidad ha pasado de ser una expectativa social a convertirse en una herramienta de resistencia y protesta.

En la era victoriana se enfatizaron los roles de género, presentando a la mujer como frágil. Un ejemplo de esto es el concepto de Ángel del hogar, popularizado por el autor Coventry Patmore en 1854, que describía a la esposa ideal como alguien cuya felicidad dependía de complacer a su marido.

En la literatura y la sociedad de la época, esta imagen reforzaba la separación de roles de género, donde el hombre pertenecía al mundo exterior y la mujer al ámbito doméstico.

En contraste, movimientos feministas como el sufragismo redefinieron el concepto, promoviendo la independencia y el activismo, desafiando abiertamente los roles de género impuestos por la sociedad. En Inglaterra, figuras como Emmeline Pankhurst y Millicent Fawcett lideraron campañas que incluían protestas, discursos y escritos que desafiaban la exclusión política de las mujeres.

La feminidad se expresa culturalmente en diferentes regiones de maneras únicas. En algunos lugares se exalta a través de la moda y la estética, como el concepto de kawaii (bonito/tierno) en Japón, el cual influencia los ideales femeninos, enfatizando la juventud y la alegría.

En muchas culturas, se espera que las mujeres sean gentiles y sumisas, pero este aspecto no se determina biológicamente; está integrado dentro del ideal social de la feminidad.

Entre las formas en las que la feminidad puede transformarse en algo disruptivo en la sociedad tenemos la hiperfeminidad, pero, ¿cómo la hiperfeminidad desafía las normas sociales?

Algunos conceptos de feminidad

Muchas ramas de la ciencia han tratado de definir el concepto de feminidad, como la filosofía. Este concepto ha ido variando con el tiempo dependiendo del contexto social y cultural de la época.

Filósofas como Simone de Beauvoir han argumentado que la feminidad es un constructo social. Según sus palabras en El Segundo Sexo, publicado en 1949: «No se nace mujer: se llega a serlo».

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Simone de Beauvoir, filósofa feminista que desafió el concepto de feminidad. Fuente: Emergentes.

Hoy en día, la feminidad ha tomado nuevas formas, especialmente con el auge de movimientos que reivindican la libertad de expresión a través del estilo personal, la moda y el comportamiento.

La hiperfeminidad, por ejemplo, ha sido utilizada como una herramienta de resistencia frente a las normas que tradicionalmente han menospreciado lo femenino.

¿Qué es la hiperfeminidad?

Después de explorar los diferentes conceptos de feminidad desde lo filosófico nos preguntamos, ¿qué es la hiperfeminidad? ¿Por qué puede convertirse en algo disruptivo?

La ultra feminidad o hiperfeminidad suele ser caracterizada como la exageración de las cualidades femeninas, tales como la suavidad, la delicadeza, la sensibilidad, dejando muy pocas cualidades masculinas.

La hiperfeminidad ha sido utilizada como una herramienta de resistencia en diversos contextos, desafiando las normas tradicionales de género y reivindicando lo femenino como una forma de poder.

¿Pero cómo se transforma la hiperfeminidad en una herramienta de resistencia?

1. Apropiación de la hiperfeminidad

En lugar de rechazar los atributos tradicionalmente femeninos, algunas personas los exageran intencionalmente para subvertir las expectativas sociales. Esto se ha visto en movimientos como la tendencia coquette, que reivindica la estética hiperglamorosa como una forma de autonomía.

Esta estética está llena del uso de vestidos con detalles de encaje combinados con siluetas modernas, accesorios minimalistas como las joyas finas y los bolsos pequeños y un calzado delicado con tacón medio y detalles ornamentales.

2. Hiperfeminidad en el ámbito laboral

Un estudio sobre despachadoras de una gasolinera rosa en México analiza cómo las trabajadoras se apropian de la cultura laboral basada en la hiperfeminidad productiva, resistiendo al mismo tiempo la cosificación y desvalorización de las mujeres. Este caso muestra cómo la hiperfeminidad puede ser utilizada estratégicamente para desafiar estructuras de poder y la percepción pública de las mujeres en estos roles.

El trabajo de despacho de gasolina es un oficio que por años había sido destinado a los hombres. Sin embargo, Rendichicas ha logrado convertirlo en un espacio de trabajo para las mujeres, en su mayoría madres de familia y formadoras de hogares, luchadoras incansables por lograr un estilo de vida digna y que, además, aportan un servicio de calidad para que diariamente se logre la lealtad de nuevos clientes.
Marlene Solís y Mael Vizcarra
Investigadoras

3. Moda y estética como protesta

Diseñadores y artistas han utilizado la hiperfeminidad para desafiar los estándares de belleza impuestos. Por ejemplo, el uso de colores tradicionalmente femeninos, como el rosa, en contextos inesperados, puede ser una declaración política.

Chappell Roan es un gran ejemplo de cómo la hiperfeminidad puede ser utilizada como una forma de protesta y resistencia. Su estética exageradamente femenina, inspirada en el drag y el camp, desafía las normas tradicionales de género y reivindica la feminidad como una expresión poderosa dentro de la comunidad queer.

Roan ha sido reconocida por su estilo visual audaz, con atuendos llamativos, maquillaje vibrante y una actitud que celebra lo femenino sin disculpas.

Su enfoque en la moda y el performance no solo es una declaración artística, sino también una forma de desafiar la percepción de la feminidad dentro de los espacios LGBTQIA+, donde a menudo se espera que las mujeres queer adopten una estética más andrógina.

4. Redes sociales y activismo

En plataformas como TikTok e Instagram, la hiperfeminidad se ha convertido en una forma de resistencia digital. Influencers y activistas han adoptado estéticas exageradamente femeninas para desafiar la misoginia y promover la autoaceptación.

Emily León es un ejemplo de cómo la hiperfeminidad se manifiesta en redes sociales. Su estética se alinea con tendencias como el coquette, que exalta elementos tradicionalmente femeninos como los lazos, los corsés y los colores pastel.

En sus redes sociales, Emily León ha construido un estilo visual que celebra la feminidad sin disculpas, utilizando la moda y la estética como una forma de expresión personal y cultural.

Este tipo de representación ha generado debates sobre si la hiperfeminidad es una herramienta de empoderamiento o una reafirmación de los roles de género tradicionales.

¿Es la hiperfeminidad una reafirmación de los roles tradicionales o un acto de resistencia?

En mi opinión personal, la hiperfeminidad es una expresión de autonomía y poder. Al abrazar esa estética le estamos diciendo al mundo que estamos cómodas con nuestra forma de ser y que no vamos a doblegarnos ante el constructo social sobre qué es ser femenina. 

En un mundo donde lo femenino ha sido constantemente cuestionado, cada expresión de feminidad, exagerada o sutil, es una declaración de autonomía. No es una concesión al pasado, sino una forma de reescribir el significado de lo femenino en la sociedad actual.

Somos tan fuertes como queremos ser, somos tan trabajadoras como queremos ser, somos tan inteligentes como queremos ser. Y si llegamos a ser todo eso usando lazos y vistiendo de rosa, so be it.

Este artículo fue escrito en el marco de la primera cohorte del Modáfono, un programa formativo de Esbaratao.

Somos un equipo independiente impulsado por la pasión de informar sobre las problemáticas de la industria de la moda local y generar soluciones. 

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