Vestir de segunda mano es una práctica frecuente en gran parte de las familias venezolanas. En los últimos años, ya sea por la crisis económica o como una forma de ingreso alternativa, se han incrementado las tiendas de ropa usada físicas, según investigaciones de Efecto Cocuyo.
Esto también se da en el ámbito virtual. En los últimos años han aparecido muchas tiendas que operan desde Instagram y otras redes sociales. SinCrónica Timestore empezó como una tienda de segunda mano, llamada ‘La Ropería’, pero decidieron enfocarse en la ropa vintage y en la curaduría de prendas de otras épocas.
¿La raíces de SinCrónica se mantienen hasta hoy día?
SinCrónica está un poco alejado de lo que fue en un principio. Aunque era una tienda de segunda mano, entre mi esposo y yo queríamos brindarle a los demás el estilo que nos gustaba: el alternativo.
Nuestro proyecto evolucionó cuando nos empezó ese gusto por lo vintage, por lo retro. Como él es coleccionista, me llevó hacia este camino. Además, la contemporaneidad y la sostenibilidad han contribuido al crecimiento de SinCrónica.
¿Qué mensaje intentas llevar a través de la marca?
Traemos la ropa al presente y la mostramos, construimos y utilizamos como un objeto de arte, el cual puede ser investigado porque nos habla de fenómenos culturales, sociales.
SinCrónica ha cambiado mucho, entonces durante este proceso nos sentamos a repensar qué era lo que queríamos comunicar. Así es como decidimos este nombre muy particular, un juego de 1 y 2 palabras a la vez. Esta es nuestra manera de hablar de SinCrónica como filosofía de vida.
¿Por qué una filosofía de vida? ¿Y por qué esa relación con el arte y la moda?
He tenido cercanía con el arte y la cultura; el arte, al igual que la ropa vintage, nos habla de la historia, los cambios sociales, las emociones y creo que todo eso es un proceso filosófico.
La curaduría en el arte se trata de hacer una selección de obras y darles un discurso, hacer una puesta en escena. Pensar al mundo desde otros pensamientos, generar ideas, es filosofar también. Este proceso lo tenemos muy presente al momento de elegir las piezas.
Además de eso, ¿influye la marca o el modelo para seleccionar las prendas?
Influye, pero no es determinante. Nos hemos encontrado con piezas de imitación y son mejores que las piezas originales de diseñadores reconocidos como Versace o Moschino.
Tomar el valor del diseño, de las telas y la forma en que se producía la prenda es más importante que el nombre o la marca. Antes elegíamos piezas de los 90 para atrás, ahora somos un poco más flexibles y las elegimos de los 2000 para allá porque creemos que esas piezas también crearon un hito.
También generamos un vínculo con la pieza como una ilusión: es un amor a primera vista que se liga con nuestros criterios personales y gustos.
¿Hacen recolecciones para obtener las prendas o van a sitios específicos?
Uno de nuestros lemas es un estilo de vida porque desde siempre nuestra búsqueda ha sido constante. De boca en boca, en bazares, personas que vacían sus closets, otras que tienen guardadas prendas de hace +10 años.
Hemos tenido la oportunidad de descubrir o nos han recomendado tiendas que han cerrado en los años 80 o 90 y tenían piezas que no se vendieron en su momento o que quedaron guardadas en depósitos.
¿Allá mismo en Barquisimeto?
Siempre hemos viajado para conseguir nuestros tesoros vintage, a Caracas, Valencia, Trujillo, Mérida, Margarita, Punto Fijo y otras ciudades. Antes de la pandemia íbamos a muchas ferias de coleccionismo y ahí recolectábamos ropa y objetos.
¿Qué tal la experiencia en su último viaje a Caracas? ¿hicieron alguna búsqueda?
Siempre que viajamos a la capital sentimos que es un viaje de trabajo, pero también de placer porque además de hacer entregas, intercambiamos conocimientos. Una amiga que antes era clienta nos dio a consignación bastante prendas que su mamá, que es cantora, ya no usaba de su juventud. Fue muy bonito que nos contara la historia de cada prenda que usaba cuando cantaba.
De hecho nos llevamos unas prendas extra y entregamos más de los que esperábamos. Les llevamos unas prendas a unas chicas para que se las midieran y terminaron llevándose de más, me encanto cómo se sincronizó todo. Siempre que viajamos tenemos una experiencia diferente y eso hace que siempre queramos movernos, hacer más búsquedas alrededor de Venezuela.
Cuéntame alguna anécdota con un cliente que te haya marcado durante estos 7 años
En este momento no me viene a la mente un caso especial. Nos ha pasado que los clientes se enamoran de la ropa de una manera en que sienten que la pieza los espera. A veces pasan semanas y meses y la persona logra obtener la prenda.
Esto mismo nos ha generado vínculos, hasta se vuelven amigos de nosotros porque ya han pasado mucho tiempo con la misma pieza. Esta es en particular una de las mejores cosas.
¿Y cómo intentan romper con los prejuicios de la ropa usada?
Mucha gente nos ha despreciado por vender ropa de segunda mano. Eso mismo nos ha llevado a transmitir nuestro propio criterio. Creemos que la mejor manera de destruir los prejuicios es construyendo nuevas formas de ver las prendas.
Por último, ¿podrías dar algún tip para alargar la vida de las prendas?
Sí, claro. Los jeans que usamos muchas veces y se ponen amarillentos podemos meterlos en una bolsa plástica y meterlos en el congelador. Todo el proceso de las células y el sucio disminuye con el frío y quedan super limpios y los podemos usar más porque no se desgastan tanto como en la lavadora.