La industria de la moda es una de las más contaminantes del planeta. Este hecho se repite con frecuencia, aunque no hay consenso sobre las cifras exactas. Como la moda abarca sectores muy diversos, como la ganadería, la petroquímica y el transporte global, es difícil cuantificar la contaminación que genera en toda su extensión.
Según los datos más aceptados actualmente, publicados por el Foro Económico Mundial, la industria de la moda es la tercera más contaminante, pero solo en la producción y transporte de textiles naturales o sintéticos, así como de prendas ya confeccionadas. Este reporte no toma en cuenta la contaminación que se produce cuando la prenda es descartada.
Existen diversos movimientos que buscan contrarrestar el impacto negativo y cambiar las prácticas comunes de explotación natural en este sector, como la moda sostenible y la moda regenerativa.
Aunque ambas corrientes luchan contra el mismo problema, sus procesos son distintos. Podría decirse, incluso, que la moda sostenible es un paso en la escala hacia la moda regenerativa, que es la que puede girar la balanza a favor del planeta.
La moda sostenible apuesta por ciclos lentos de producción para evitar el descarte excesivo, así como por el uso de procesos circulares. Esto implica la reutilización de material desechado, para reducir la demanda de materia prima virgen.
¿Qué fibras tejen la contaminación?
Uno de los mayores problemas con el modelo de producción actual es el uso de materiales sintéticos, derivados del petróleo, para agregar durabilidad o elasticidad a las prendas. A pesar de esto, la ropa que se crea para durar se descarta en unos meses y su larga vida transcurre en basureros y mares.
Las fibras naturales, como el algodón o el lino, parecen la solución más obvia. Este material se degrada rápidamente y al ser natural, no contamina. Pero la respuesta no es tan sencilla.
La agricultura, durante las últimas décadas, ha industrializado sus procesos para cumplir con el aumento de la demanda que causa el fast fashion. Para esto, se ha alejado de los ciclos naturales, con rotaciones y mezclas de cultivos, para cultivar grandes extensiones de la misma planta.
Esta dinámica solo puede mantenerse con el uso cada vez mayor de fertilizantes y pesticidas químicos. Esto, en cambio, degrada cada vez más los suelos y destruye los ecosistemas: acaba con poblaciones de insectos y microorganismos, así como con otras plantas que no aportan un beneficio económico inmediato.
Este desbalance lleva a la desertificación de los suelos. Cuando ya no puede producir más nutrientes, la tierra se muere y no es capaz de generar más vida, más plantas sobre ella.
En los últimos años se ha hablado de la agricultura orgánica, que evita el uso de químicos y apuesta por técnicas tradicionales, como los cultivos cruzados. De esta forma los suelos se mantienen vivos y saludables, con un mundo de microorganismos que son necesarios para su mantenimiento. Pero este modelo solo puede producir de manera lenta y no es capaz de sostener la demanda actual.
La moda regenerativa: una solución holística a la degradación
La moda sostenible se enfoca en reutilizar y producir menos, pero el estado actual de nuestro planeta requiere acciones más fuertes. No es suficiente dejar de contaminar y mantener nuestros ecosistemas como están, con inundaciones, olas de calor e incendios. Es necesario revertir el daño que hemos causado y esto solo es posible a través de la regeneración.
La moda regenerativa se vale de la agricultura orgánica para que los materiales usados no perjudiquen, pero además se encarga de reforestar espacios degradados, recuperar cuerpos de agua contaminados y devolver la vida a lugares que la han perdido.
Para lograr esto, los agricultores deben utilizar fertilizantes y repelentes naturales, creados con plantas que se pueden encontrar en la misma área de cultivo.
También es necesario utilizar técnicas agrícolas que emulen los ecosistemas naturales e integren una diversidad de especies vegetales y animales. La siembra de distintas especies y variedades que se complementen las hace más resistentes a plagas y enfermedades.
El pastoreo responsable, no intensivo, también es importante para el mantenimiento de un área de cultivo orgánica. Algunas especies de ganado, como las ovejas, contribuyen a reducir las hierbas no deseadas y abonar el terreno. La lana, extraída de forma responsable, representa a su vez otro producto para el sector moda.
Mientras más rápido se expanda este tipo de agricultura, más ecosistemas podrán recuperarse. La moda regenerativa debe luchar por estos cambios, a la vez que impulsa cambios en los hábitos de consumo.
El compromiso de las marcas de moda con el planeta
Este cambio es urgente. El sector moda, al ser uno de los más contaminantes, tiene la tarea urgente de actuar para lograrlo. Hay muchas marcas y movimientos que luchan por esto, tanto en Europa como en América.
En nuestra región se encuentra el movimiento de moda sostenible latinoamericana MOLA, que participa activamente en la difusión de estos temas. Una de sus Voces indica que:
Este movimiento cuenta con MOLA Hub, un compendio de marcas, proveedores y comerciantes de América Latina que siguen prácticas sostenibles y regenerativas en sus negocios. Para estar en la lista, las marcas deben probar que cumplen con los parámetros de sostenibilidad establecidos, por lo que podemos confiar en su compromiso con nuestro ambiente.
¿Y cómo saber si una marca practica la moda regenerativa? Al igual que con la moda sostenible, es importante que haya transparencia en sus procesos de producción, que podamos ver de dónde viene su materia prima y dónde confeccionan sus piezas.
Para saber que están regenerando, además, las marcas deben tener consciencia de su huella de carbono y que esta sea menor a cero, devolviendo a la Tierra más de lo que le quitan. Solo así podemos asegurar un futuro con un ambiente sano, en el que todes podamos vivir.