Dentro del consumo de moda, como industria y como prenda, existe un sector que recientemente estoy conociendo, y es el concepto de moda virtual o digital. Esto representa la digitalización del consumo de ropa, sin que sea necesario elaborarla en físico.
Durante décadas hemos sabido de la existencia de esta labor, solo que no se usaba esta terminología. Dentro de los videojuegos y el cine ya existe moda virtual, pero ahora se está mezclando con grandes casas de diseño y aumenta su impacto.
La moda virtual consiste en el uso de tecnologías en computadoras y softwares de diseño 3D para elaborar en pixeles cualquier tipo de pieza de ropa imaginable, desde una simple T-shirt hasta un vestido de alta costura.
En lugar de coser estos diseños y llevarlos al plano ‘real’, su función es que sean portados únicamente en medios virtuales. Imaginen que usan Photoshop para editar su traje favorito en ustedes para una foto, pero ahora hay todo un mercado que se encarga de desarrollar colecciones completas para su consumo digital.
Así como se colocan filtros para alterar su apariencia, ahora pueden costear outfits completos con solo cliquear. Pueden ver catálogos para ordenar ropa por tiendas online como Shein (los estamos viendo), pero sin el daño ambiental a causa de residuos o emisión de CO2, las condiciones de trabajo deplorables o la copia de diseños ajenos.
Las marcas y empresas que se dedican a este sector venden estas piezas en formatos digitales y tienen la opción de enviar el archivo al comprador para que este haga su edición 3D con la prenda, o la misma se encarga de hacer la adaptación usando una fotografía escogida por el cliente.
El crecimiento de un tipo de moda intangible puede representar un punto de cambio positivo para disminuir el efecto ambiental negativo de la industria textil, sin dejar de considerar el gran uso de energía que requiere todo el trabajo digital.
¿Quiénes trabajan la moda digital/virtual?
La primera colección digital en debutar fue elaborada por el minorista noruego Carlings en 2018, titulada “Neo-Ex”. Fue elaborada no solo como un abreboca de cómo podría consumirse la moda en el futuro y una manera de revolucionar la industria, sino también con la intención de crear un impacto positivo a nivel ambiental con el consumo de moda.
Los precios variaban entre los $9 y $33. Los ingresos recibidos por cada compra iban destinados a la fundación WaterAid, quienes trabajan para la distribución de aguas limpias a personas y países en necesidad.
«Always digital, never physical (siempre digital, nunca físico)», ese es el lema principal de The Fabricant, una de las casas de moda digital pioneras en el movimiento, y la primera en el mundo, fundada en Holanda en 2018 por Kerry Murphy y Amber Jae Slooten.
La razón principal que inspiró a Slooten a adentrarse en el diseño digital fue su propia experiencia dentro del mundo del diseño de modas, alarmada por la cantidad de material que desperdiciaba (papel, tela, hilo, etc) mientras elaboraba prendas.
The Fabricant empezó a hacerse conocido cuando, en 2019, subastaron un vestido virtual en $9.500. Desde entonces han continuado el desarrollo en colecciones y colaboraciones con marcas como Adidas, Puma y Tommy Hilfiger.
Sus avances los han llevado a la creación de la primera plataforma de moda digital llamada LEELA. Es publicitada como un ‘área de juegos’ y cumple la función de ser tu propio medio de experimentación digital. Puedes crear tu avatar, vestirle como quieras y darle la expresión que desees. Es como el proceso de creación de un Sims.
DressX es la más grande tienda online detallista de moda digital, con opciones de marcas especializadas en diseños virtuales y diseñadores independientes. El proceso de ordenar y recibir el producto consiste en enviar la imagen a la cual quieres adaptar la prenda y, en uno o dos días, tienes lista tu edición en 3D.
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— DRESSX (@dressxcom) July 31, 2020
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Las grandes marcas empiezan a participar
A medida que el movimiento virtual penetra en lo mainstream, las grandes marcas se acoplan a la evolución de la industria, no solo haciendo colecciones digitales, sino colaborando con videojuegos o animaciones para exponer sus prendas.
Fortnite y The Sims son claros ejemplos de la existencia de la moda virtual antes de que se empezara a llamar de esta forma. Los avatares son customizados para adaptar la estética que el jugador quiera. Las llamadas ‘skins’ se usan para dar estilos a los personajes, como en el caso de League of Legends.
Balenciaga recientemente estrenó su más reciente colección, tanto física como digital, por medio de Fortnite, con prendas de estilo callejero/urbano y accesorios, y hasta construyeron una sede de la marca dentro del juego.
Este mismo juego ha sido escenario para más que solo moda. También han recibido artistas musicales para dar conciertos virtuales, entre ellos Marshmello, Travis Scott y Ariana Grande, cada uno con su respectivo avatar basado en su estilo personal.
No es la primera vez que Balenciaga experimenta con videojuegos. A finales de 2020, mientras la pandemia continuaba en sus puntos críticos, sacaron su propio juego virtual llamado Afterworld: The Age of Tomorrow como método para debutar su colección Fall 2021.
Incluso ahora vemos sus diseños en The Simpsons. Durante la Semana de la Moda de París 2021 estrenaron un episodio especial de la serie animada en donde sus personajes principales llevaban los nuevos diseños de la marca.
Posiblemente la primera colaboración mayor entre lo físico y lo digital fue Uniqlo (marca japonesa fundada en 2005) junto a Monster Hunter con la colección “Mon-qlo” en 2010. Habilitaron piezas como paquetes dentro del juego y diseños para comprar en las tiendas físicas. Desde entonces, ambas empresas han continuado sacando colecciones juntas.
Otras demostraciones de la posibilidad de digitalizar la moda han sido producidas por Moschino junto a The Sims, Louis Vuitton con League of Legends y Final Fantasy, Gucci con Pokemon GO, H&M con Animal Crossing, entre muchos más.
¿Qué pienso yo de la moda digital?
Previo a esta investigación mi conocimiento del tema era nulo. Más bien, en mi mente lo planteaba como un deseo a futuro, sin estar consciente de que no es un hecho futurista, es una realidad del presente que existe un mercado para la moda digital y que es rentable.
Hay que tener en cuenta que, aunque sí es mucho más beneficioso para el medio ambiente cortar los costos de producción, elaboración, traslado, entre otros, para consumir este tipo de medio se requiere un gasto considerable de energía, así que no es una práctica 100% eco-friendly.
Igualmente, si comparamos, no es tan grave uno en contraste al otro, la digitalización de la moda sí puede ser la respuesta que la industria necesita para evitar su excesiva contaminación.
Tampoco es necesariamente algo solo de élite, no es solo moda para grandes marcas. Sí existen piezas altamente costosas, pero también hay bastantes opciones de precios accesibles e incluso algunas prendas de diseñadores de alta costura son más baratas en formato digital que en físico.
Y algo sumamente importante para mí de este sector es la posibilidad de experimentación, el hecho de que no se elaboren en físico significa que no existen tallas, tampoco son definidas por un género, son flexibles en todo sentido y pueden ser usadas por cualquier ser humano.
Al final del día la transición a lo digital no debe suponer la erradicación de una moda física, ambos pueden convivir juntos en función de preservar y mantener el medio ambiente junto a los derechos humanos reduciendo prácticas contaminantes y explotadoras, mientras continúa la producción de las vestimentas que, como cuerpos físicos y humanos, necesitamos para nuestro día a día.