Texto por: Antonella Valencia.
En los últimos años, la moda en Perú ha empezado a mirar hacia dentro, es decir, hacia una indumentaria tradicional peruana. Esto ha motivado que tanto diseñadores como consumidores exploren las prendas nativas en sus outfits cotidianos, generando una nueva tendencia estética basada en la identidad y la herencia cultural.
Pero, ¿por qué cuando hablamos de moda peruana solamente se asocia a la estética andina?
El concepto de estética andina se basa en un sistema de productos tangibles y pensamientos sobre lo bello, relacionados con los pueblos que formaron parte del territorio incaico.
Si nos enfocamos específicamente en la indumentaria, la estética andina se caracteriza por sus técnicas, diseños geométricos, simbólicos y coloridos, los cuales reflejan la diversidad cultural de la región.
Con el paso del tiempo, el diseño textil andino ha sido cada vez más reconocido y valorado tanto a nivel nacional como internacional. Esto se debe a su presencia dentro de la identidad cultural del país y su popularización a través de medios como el turismo y la moda.
PromPerú es el organismo nacional encargado de promover eventos y campañas relacionadas con la cultura peruana. En el ámbito de la moda, busca que la textilería andina tenga un mayor reconocimiento.
Debido a que en Perú se exportan fibras y prendas de alpaca por su gran calidad y sostenibilidad, estas han logrado posicionarse en mercados internacionales. Este proceso, junto con eventos como Perú Moda Deco y Alpaca Fiesta, ha permitido que la estética andina obtenga una mayor visibilidad y relevancia en el mundo global.
¿La estética andina representa a todo Perú?
Sin embargo, el Perú es un país de diversas culturas. Si discutimos sobre la identidad peruana, no deberíamos asociarla únicamente a la cultura andina. Esta identidad también se ha construido a partir de influencias africanas, europeas y asiáticas, producto de los grupos migratorios que llegaron al país.
Esta gran riqueza cultural representa un reto al querer crear una identidad nacional unificada. Por eso, hablar de la moda peruana solo desde lo andino resulta limitado e injusto, provocando una invisibilización inconsciente de otras expresiones culturales.
En la zona de la costa, más específicamente en Lima, la capital, la industrialización tomó un rol importante desde los años 80 y 90 con el auge de Gamarra y el desarrollo de centros comerciales, espacios donde se comenzó a consumir moda desde una visión más global.
Esto provocó una pérdida progresiva de la presencia de la indumentaria tradicional costeña, la cual se ha ido transformando desde la fusión entre la herencia del virreinato, la cultura indígena, las influencias migratorias y los trajes típicos de bailes tradicionales de la región.
Asimismo, debido a las condiciones climáticas cálidas y húmedas de la costa, se desarrollaron prendas ligeras, confeccionadas principalmente con algodón, una fibra cultivada históricamente en esta región.
El algodón es un cultivo precolombino, es decir, que ya era trabajado por las civilizaciones originarias antes de la llegada de los españoles. Su producción fue clave para la economía de muchos pueblos antiguos de la costa peruana, quienes lo utilizaron no solo como materia prima textil, sino también como parte de sus prácticas culturales.
Esto consolidó al algodón como la principal fibra de su indumentaria tradicional.
Esta adaptación climática también se refleja en la estética de los trajes típicos costeños. En las vestimentas asociadas a danzas tradicionales, como la marinera o el festejo, se emplean telas ligeras, colores vivos, bordados y encajes, elementos que transmiten alegría, movimiento y elegancia. Estos trajes expresan el mestizaje y la riqueza cultural de la región, así como su estrecha relación con lo festivo.
Actualmente, aunque el algodón es ampliamente reconocido en el mercado global de exportación, su vínculo cultural o identitario ha sido relegado, siendo valorado por su uso industrial y comercial.
Mientras tanto, en la selva, que representa la mayor extensión territorial del Perú, se han invisibilizado alrededor de 51 pueblos indígenas. Esta situación ha sido producto de factores como el centralismo y el abandono por parte del Estado.
La cultura amazónica se basó en una memoria oral, transmitida de generación en generación, lo que dificultó su registro formal. Históricamente, las personas de la selva fueron tratadas como «salvajes» que debían ser civilizados, una visión que ha afectado profundamente la valorización de su identidad.
Desde el Ministerio de la Mujer se han promovido ferias en Lima para visibilizar a las mujeres artesanas de la Amazonía. Sin embargo, estas iniciativas suelen ser pequeñas y tratar la estética selvática de manera superficial.
La indumentaria de la selva contiene información valiosa, desde sus materiales hasta su iconografía. Se compone de algodón, plumas, semillas, pigmentos vegetales y pintura corporal. La túnica es la prenda más utilizada, debido al calor extremo de la región.
Como se mencionó previamente, una identidad nacional inclusiva requiere que todos los grupos étnicos, culturales y sociales se sientan representados y respetados. Por ello, es fundamental promover la diversidad, la igualdad de oportunidades y la inclusión como pilares de una identidad colectiva sólida.
La cultura refleja la estética y la moda de cada país. Por eso, es esencial cuestionarnos qué nos representa como peruanos y cómo esta identidad nacional influye en la forma en que vestimos. El Estado y otros factores sociales inciden directamente en la construcción de una estética nacional, donde la moda cumple un rol fundamental.
Aunque la estética andina ha ganado gran visibilidad y protagonismo en la moda peruana, es importante preguntarnos por qué otras expresiones culturales del país no han corrido con la misma suerte.
En especial, las vestimentas tradicionales de la costa y la selva, que también forman parte del imaginario cultural nacional, suelen quedar relegadas o invisibilizadas. Esta falta de representación contribuye a una narrativa incompleta de lo que entendemos por moda peruana.
Con este artículo no busco desmerecer ni satanizar la cultura andina, sino invitar a valorar las demás expresiones culturales que el Perú también tiene para ofrecer. La intención es generar conciencia, tanto en diseñadores como en consumidores, sobre la riqueza y diversidad cultural del país, que va más allá de lo andino.
Reconocer que toda la diversidad cultural del Perú no es solo una cuestión de justicia, sino también una oportunidad para enriquecer nuestra estética nacional. La moda puede ser el espacio perfecto para lograrlo.
La cultura es un eje transversal que influye en todos los aspectos de nuestra sociedad, incluida la moda. Por eso, es indispensable fomentar una educación cultural más sólida y representativa desde las etapas más tempranas.
Solo a través del conocimiento profundo de nuestras múltiples identidades podremos formar diseñadores, creadores de contenido y consumidores más conscientes y comprometidos.
La mayor responsabilidad recae en la industria de la moda peruana y en el Estado, quienes deben impulsar políticas inclusivas, campañas educativas y plataformas de visibilización para las culturas históricamente marginadas.
Un gran apoyo podría provenir también de los comunicadores, influencers y medios de moda, quienes tienen el poder de amplificar narrativas más diversas y reales.
Finalmente, no debemos olvidar al consumidor. Aunque muchas veces es visto como el último eslabón de la cadena, su rol es clave como agente de cambio. Sin embargo, ¿cómo va a valorar o reconocer algo como propio si no ha sido educado en la riqueza de su historia cultural?
Este artículo fue escrito en el marco de la primera cohorte del Modáfono, un programa formativo de Esbaratao.
Somos un equipo independiente impulsado por la pasión de informar sobre las problemáticas de la industria de la moda local y generar soluciones.
