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Collage: Victory Abi.

Tendencia coquette y la aceptación de la feminidad

Una nueva tendencia ha quedado para marcar el inicio de año y esa ha sido la coquette; aunque ya a finales del año pasado veíamos asomar el uso de lazos y formas más femeninas.

Incluso la tendencia coquette se apoderó de los memes con palabras divertidas e imágenes chistosas. Aunque entre chiste y chiste se puede asomar una realidad que la mayoría ignora y es mucho más serio de lo que imaginamos.

¿Qué significa “coquette”?

En redes sociales hemos visto muchas chicas (y memes) hablando de la tendencia coquette. Pero, ¿qué significa exactamente coquette? Cuidado, no confundir con cocotte, la palabra francesa que se utilizaba para denominar a las cortesanas o prostitutas de la Belle Époque.

Porque sí, como siempre, no falta el chiste de humor políticamente incorrecto de querer convertir palabras femeninas en referentes a la prostitución.

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Representación visual de la tendencia coquette. Fuente: Univision

La palabra coquette es la traducción literal de coqueta al francés. Las tendencias actuales y la influencia de la generación de hoy han redimensionado su significado, llenando los outfits de usos de lazos, siluetas más femeninas y con más presencia del color rosa.

Sin embargo, no solo me centraré en esta curiosa tendencia, sino en la manera en que muchas mujeres hemos crecido y rechazado la feminidad como parte de nuestra esencia, algo que va al contrario de lo que es esta tendencia.

«Lanzas como niña»: el rechazo hacia lo femenino y el machismo interiorizado

I was so young when I behaved twenty-five, yet now I find I’ve grown into a tall child – Mitski, First Love/Late Spring

¿Crees que ser coquette y su relación con la manera en que expresamos nuestra identidad es algo superficial? Pues no, súbete que vamos a traer a la mesa una conversación que se ha tocado en los últimos años sobre nuestro machismo interiorizado como mujeres.

Tal vez en algún momento de tu adolescencia quisiste verte más grande, dejando de lado el uso de cualquier accesorio que te hiciera verte como una niña, como los lazos. O si en algún momento empezaste a odiar colores que se consideraran femeninos, y ahora que estás más grande quieres volver a sentirte femenina y, por qué no, coquette.

A lo largo de las generaciones se nos ha enseñado a odiar todo lo relacionado a lo femenino: «pegas como niña», «las mujeres son sensibles y emocionales», «las mujeres solo deben ser madres», son algunos comentarios que forman parte del micromachismo que vivimos diariamente.

Solo quiero resaltar que no es nuestra culpa. Está bien si somos sensibles, vulnerables y maternales, no hay nada malo en ello; lo único malo es el lente negativo con el que se ven esos rasgos.

Al crecer, pensamos que tal vez si rechazamos todo lo que la sociedad asocia con ser mujer, nos dejarán de castigar por… ser mujer. Sin embargo, no funciona así.

En su libro Sanando la Herida Materna, Bethany Webster explica que, al ver cómo nuestras madres son castigadas por un sistema patriarcal, asociamos lo femenino a algo negativo que poseemos y hacemos lo imposible para deshacernos de él, y así tal vez no ser castigadas como las mujeres que estaban antes que nosotras.

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¿Cómo afecta la herida materna nuestra identidad?

La herida materna puede traducirse como un trauma generacional que es heredado de la madre a la hija. Todavía se encuentra bajo estudio, pero es algo de lo que se ha hablado en los últimos años y cobraría sentido con los conocidos mommy issues.

El peso que tiene una madre en la sociedad es incomparable, pues es vista como una figura de abnegación absoluta. Se reduce su condición de ser humano y se juzga si no cumple con lo que se considera su deber.

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Las tres edades de la mujer, Gustav Klimt. Fuente: Savinarte.

Este sentimiento y relación complicada afecta cómo vemos la figura de la mujer. A principio llena de coquetería, vestidos, faldas o cualquier cosa que se asocie al rol femenino, para luego crecer y querer desligarse de todas las características que te hacen recordar esta naturaleza.

Incluso a los hombres desde pequeños se les enseña a repudiar cualquier actividad que se relacione con estereotipos femeninos.

También significaba limitar nuestra libertad. No nos dejaban correr con vestidos o faldas cortas, sentarnos con las piernas abiertas o estar despeinadas y para nuestro cerebro infantil era fácil asociar ser femenina con tener menos libertad.

Algo que no está lejos de nuestra realidad, pues siempre estamos luchando por nuestros derechos y nuestras voces.

A veces, nuestro propio miedo de ser juzgadas por nuestras madres y su machismo interiorizado, nos lleva a la orilla de querer camuflarnos o bien ir en contra de lo que se nos impone.

Nuestra sensibilidad es reemplazada por la ira. El deseo de nuestra madre de ser cuidada cae sobre nosotras y al final rechazamos todo eso, queriendo escapar de ese final.

¿Te suena a algo? Hemos escuchado historias, incluso soy parte de esta experiencia, de que en la adolescencia abandonamos los vestidos y las faldas, pasando a pantalones oversized y colores oscuros.

Participamos en actividades que nos desligan de nuestra naturaleza femenina y aprobamos comportamientos machistas provenientes de hombres, para que nos vean como un igual, incluso llegando a hipersexualizarnos para conseguir esa aprobación masculina.

¿Qué hago ahora que crecí?

Crecer es darnos cuenta de que nada nos va a salvar del machismo, ni siquiera camuflarnos. Lo único que nos queda es abrazar nuestra esencia sin importar los roles de género y deconstruir patrones.

¿Quieres usar lazos, vestidos llenos de flores y sentirte una princesa? Hazlo. ¿Sientes que no va contigo nada de esto? Es válido. Lo importante es que te sientas cómoda, sin importar si eres coquette o no.

Cada experiencia cuenta. Es importante demostrarle a las nuevas generaciones que la ropa no determina tu rol de género. Al final, la ropa es una forma de expresarnos y demostrar quiénes somos.

Estar seguras de nuestra feminidad y manifestarla como queramos nos ayuda a liberarnos de cualquier estereotipo de género que la sociedad quiera imponernos.

La tendencia coquette acabará en algún momento, pero nuestra feminidad estará con nosotras por siempre y debemos llevarla con orgullo y seguridad.

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