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Collage: Victory Abi.

¿Qué hay detrás de la narco-estética?

Texto por: Ana Padrón.

Así como otras áreas de la vida humana, la moda y estética corporal se ven influenciadas por la política y la economía (entre otras cosas). Entre los años 70 y 80 del siglo pasado, el narcotráfico tuvo uno de sus mayores picos en Colombia, y de manera más acentuada en ciudades como Medellín y Cali. 

Esta industria inició y creció con el tráfico ilegal de marihuana y cocaína, principalmente hacia Estados Unidos. Este comercio trajo consigo violencia, debido a los enfrentamientos entre los distintos carteles y el Estado, desplazamientos forzados, cambios en la política e incluso una nueva clase social.

La guerra del Estado contra el narcotráfico cobró cerca de cinco mil víctimas de fuerzas del Estado, civiles, periodistas y políticos. El conflicto escaló hasta llegar al asesinato del ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla en 1984, quien era uno de los mayores enemigos del cartel de Medellín.

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Pero el narcotráfico no representaba solamente un mercado y un crimen, sino un estilo de vida. Para muchos colombianos, la narco-estética es un término conocido, pero ¿qué es realmente?

De acuerdo con Laura Sierra, en su tesis sobre El fenómeno de la moda narco-estética en las mujeres de clase alta en Medellín: «se trata de mujeres que quieren constantemente ser reconocidas por su exuberancia».

Este estilo se describe como ostentoso y lujoso. Entre sus características principales encontramos:

  • Cabello muy largo.
  • Piel tersa y maquillada.
  • Procedimientos estéticos (relleno de labios, aumento de busto y glúteos y liposucción).
  • Ropa ajustada, rasgada, con brillos, estampados vistosos o logos de marcas de lujo.

Sierra compara la narco-estética con el estilo barroco. Esta tendencia artística surgió alrededor del siglo XV en Europa y América, ligado a la iglesia católica, y tuvo un resurgimiento en el arte latinoamericano de la segunda mitad del siglo XX.

Si el barroco exhibe el cuerpo de cristo, la narco-estética hace lo mismo con el cuerpo femenino.
Laura Sierra

Una vez que se conocen las características de la narco-estética, es sencillo identificar este estilo en la sociedad. En la actualidad es bastante popular, principalmente entre jóvenes y figuras mediáticas de este país.

Marcela Reyes es una influencer y DJ colombiana cuyo estilo es un ejemplo de esta estética. Ha comentado en entrevistas que los estándares de belleza en Colombia «la llevaron a verse mejor» a través de tratamientos estéticos.

Según estudios realizados en 2021, Colombia ocupa el 4to lugar a nivel mundial con más procedimientos estéticos realizados. Por cada 1000 personas, 7,26 se han realizado cirugías estéticas. La más popular, con un 13.5% del total, es la liposucción.

¿Cómo se percibe la narco-estética en la sociedad?

En redes sociales, como TikTok o Instagram, se encuentran distintos videos de usuarios quejándose de quienes llevan este estilo. Entre las críticas que se hacen, algunas personas argumentan que todas las mujeres que llevan esta estética se ven iguales, o que es un estilo poco elegante.

Sin embargo, desde la academia también podemos encontrar críticas a esta estética. La diseñadora industrial Diana Ruiz explica, en Hackeando la narco-estética y construyendo una voz con sentido, que una de sus razones para criticar esta estética es que es una suerte de homenaje a quienes produjeron muchísima violencia en su país, y que en quienes se debería pensar es en las víctimas.

Este proyecto es para quien va por la vida con una narco-estética y tal vez ni lo ha notado, es momento de recapacitar en homenaje a quien le tocó la guerra y fue afectado por una clase política indolente.
Diana Ruiz

Su trabajo, en cambio, busca cambiar la manera en que los ciudadanos colombianos interpretan el éxito y conciben sus sueños más allá del imaginario construido por el narcotráfico.

La narco-estética más allá de la apariencia

Para el periodista Omar Rincón «lo narco es una estética, pero una forma de pensar, pero una ética del triunfo rápido, pero un gusto excesivo, pero una cultura de ostentación».

Explica que es una forma de demostrar que se pasó de la pobreza a la riqueza y que cualquier método se vale para conseguirlo. Esto último es algo digno de analizar en un país estratificado (legalmente) según el estatus económico de su población.

Rincón sostiene que es algo muy arraigado en los colombianos porque representa ideales como pasar los fines de semana en la finca y tener poder sobre alguien más, sea con dinero o a través de las armas.

Viendo este supuesto gusto generalizado, no extraña la popularidad de series que son prácticamente una oda al narcotráfico, como Sin tetas no hay paraíso o Rosario Tijeras

Algunos periodistas, como Bruno Rivas, consideran que parte del afán por este contenido se debe a que las personas conectan con estos personajes debido a que se los presenta como un rebelde que lucha contra un sistema o Estado que funciona de manera injusta, lo que genera empatía en los espectadores.

¿Por qué la narco-estética sigue siendo popular?

Entonces ¿quién es el responsable de que este estilo de vida y forma de vestir tenga aún un lugar en el pueblo colombiano? Muchos factores de la sociedad han contribuido.

La costumbre, la búsqueda de poder, la necesidad económica, el resentimiento, los medios de comunicación, la política y, por qué no, un sistema educativo que quizás no ha conseguido la forma de dar a conocer su pasado y presente haciendo justicia a las víctimas del narcotráfico y el conflicto armado en Colombia.

Y aunque la historia de este estilo tenga tanta tela que cortar, es muy probable que las personas que lo llevan no sean conscientes del peso y el trasfondo que tienen.

Este artículo fue escrito en el marco de la primera cohorte del Modáfono, un programa formativo de Esbaratao.

Somos un equipo independiente impulsado por la pasión de informar sobre las problemáticas de la industria de la moda local y generar soluciones. 

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